Por Raphael Satter y AJ Vicens
19 nov (Reuters) -Cuando Lauren Vaughn, auxiliar de guardería en Carolina del Sur, en Estados Unidos, vio noticias que contaban que el “influencer” de derechas Charlie Kirk había muerto a tiros en un acto en Utah, abrió Facebook y escribió una cita del propio Kirk.
Las muertes por armas de fuego, dijo Kirk en 2023, eran desafortunadas pero “merecen la pena” si preservan “la Segunda Enmienda para proteger nuestros otros Derechos otorgados por Dios.” Tras la cita, Vaughn añadió: “En nuestros pensamientos y oraciones”.
Vaughn, una cristiana de 37 años que ha realizado viajes misioneros a Guatemala, dijo que su llamamiento a la oración era sincero. Dijo que esperaba que la lectura de las palabras de Kirk en el contexto del tiroteo pudiera llevar a sus amigos a reconsiderar su oposición al control de armas.
“Quizá ahora me escuchen”, recuerda que pensó.
Pocos días después, Vaughn perdió su trabajo. Fue una de los más de 600 estadounidenses despedidos, suspendidos, sometidos a investigación o sancionados por sus superiores por comentarios sobre el asesinato de Kirk el 10 de septiembre, según constató Reuters tras estudiar expedientes judiciales, declaraciones públicas, artículos de medios de comunicación locales y entrevistas con una veintena de personas que fueron despedidas o sancionadas.
Algunos fueron despedidos tras celebrar o burlarse de la muerte de Kirk. Al menos 15 personas fueron represaliadas por supuestamente achacar el asesinato al “karma” o la “justicia divina”, y al menos otras nueve fueron sancionadas por celebrar peyorativamente su muerte. Otros mensajes ofensivos parecían regocijarse en el asesinato o expresar la esperanza de que otras figuras republicanas fueran las siguientes. “Uno menos, quedan muchos”, decía uno.
Otros, como Vaughn, dicen que simplemente criticaban la política que hacía Kirk.
En el bando pro-Kirk, al menos un académico fue sometido a suspensión administrativa tras amenazar con “cazar” a quienes celebraran el asesinato.
Este relato es el más completo hasta la fecha sobre la reacción contra los críticos de Kirk, y muestra cómo altos cargos del Gobierno del presidente Donald Trump, legisladores republicanos locales y personas influyentes aliadas se movilizaron para imponer los puntos de vista del movimiento Trump. La historia traza el mapa de la maquinaria de represalias pro-Trump que ahora está remodelando la vida política estadounidense, detallando su escala y tácticas, que van desde poner en evidencia en redes sociales hasta presionar públicamente a los empleadores y amenazar con desfinanciar instituciones. Investigaciones anteriores de Reuters han documentado cómo Trump ha purgado el Gobierno federal de empleados considerados opositores a su programa y ha tomado medidas enérgicas contra bufetes de abogados que defienden a personas en el punto de mira del Gobierno.
En ocasiones, los estadounidenses pierden sus empleos tras pronunciarse en momentos políticos acalorados. Veintidós académicos fueron despedidos en 2020, el año en que George Floyd fue asesinado por un policía de Mineápolis, la mayoría por comentarios considerados insensibles, según la Fundación para los Derechos Individuales y la Expresión, un grupo de defensa de la libertad de expresión. En 2024, el primer año completo tras el estallido de la última guerra entre Israel y Gaza, más de 160 personas fueron despedidas en relación con su postura propalestina, según Palestine Legal, una organización que protege los derechos civiles de los estadounidenses que apoyan la causa palestina.
Los partidarios de los despidos afirman que la libertad de expresión no significa estar libre de consecuencias. Las normas de conducta deben ser estrictas para médicos, abogados, profesores o personal de urgencias que ocupan puestos de confianza pública.
En un comunicado, la portavoz de la Casa Blanca, Abigail Jackson, dijo: “El presidente Trump y toda la Administración no dudarán en decir la verdad: durante años, los izquierdistas radicales han calumniado a sus oponentes políticos como nazis y fascistas, inspirando la violencia izquierdista. Esto debe terminar”. Y añadió: “nadie entiende mejor los peligros de la violencia política que el presidente Trump”, después de que sobreviviera a dos intentos de asesinato.
(Información adicional de Phil Stewart, Jana Winter y Courtney Rozen en Washington e Isaac Vargas en Los Ángeles; edición de Jason Szep y Linda So; edición en español de Jorge Ollero Castela)










