Por Emma Pinedo y David Latona
MADRID, 19 nov (Reuters) -El aumento del apoyo a la extrema derecha española está avivando la memoria del difunto dictador Francisco Franco y reforzando su legado entre los jóvenes españoles descontentos, a pesar de que el Gobierno de izquierdas está intentando erradicar los símbolos del pasado fascista.
En las redes sociales proliferan los vídeos generados por inteligencia artificial en los que Franco critica los males de la modernidad, junto con lecciones de historia revisionistas y discotecas en las que suenan remixes tecno de un himno de la época fascista española.
Una encuesta realizada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) el mes pasado mostraba que más de uno de cada cinco españoles (el 21,3%) consideraba que la época de Franco fue “buena” o “muy buena” para el país, frente al 11,2% que respondió lo mismo a una pregunta similar en 2000.
En otra encuesta del CIS de julio, el 17,3% de los españoles de entre 18 y 24 años dijo preferir un Gobierno autoritario a uno democrático, lo que supone un aumento de 10 puntos desde 2009.
Los españoles están muy divididos entre la derecha y la izquierda sobre cómo abordar el legado de las cuatro décadas de dictadura que siguieron a la guerra civil de 1936-39, que terminaron con la muerte de Franco a los 82 años, de la que se cumplen 50 años este jueves
Hasta ahora, la España democrática ha hecho poco del examen de conciencia que han llevado a cabo otros países con pasados turbulentos, como Sudáfrica, con su Comisión de Verdad y Reconciliación, o Chile, con el encarcelamiento de militares de su antiguo régimen dictatorial.
Desde que llegó al poder en 2018, el Gobierno liderado por el socialista Pedro Sánchez ha intensificado los esfuerzos en este sentido. Ha exhumado los restos de víctimas del franquismo, ha designado lugares de represión como lugares de “memoria democrática”, ha retirado símbolos franquistas de espacios públicos y ha realizado campañas publicitarias sobre los beneficios de la democracia.
El conservador Partido Popular (PP) y el ultraderechista Vox impugnan estas medidas ante los tribunales, calificándolas de divisivas y partidistas por centrarse únicamente en las víctimas de un bando.
APOYO EN REDES SOCIALES
La ultraderecha de Vox ha duplicado prácticamente su intención de voto desde 2023, aprovechando el enfado por las concesiones a los movimientos independentistas y el aumento de la inmigración.
La intención de voto para Vox subió a un récord del 18,9% en julio de este año, mientras que las encuestas del CIS también muestran que el respaldo de Vox entre los jóvenes aumentó de un dígito bajo en 2019 a un apoyo de dos dígitos, especialmente entre los hombres.
El diputado de Vox Manuel Mariscal afirma que, gracias a las redes sociales, “muchos jóvenes están descubriendo que la etapa posterior a la guerra civil no fue una etapa oscura, sino un etapa de reconstrucción, de progreso y de reconciliación para lograr la unidad nacional”.
Steven Forti, historiador de la Universidad Autónoma de Barcelona, coincidió en que las redes sociales están fomentando la afinidad con el autoritarismo, junto con narrativas antisistema y revisionistas favorecidas por el paso del tiempo.
“Es obvio que los jóvenes no han experimentado la dictadura y, en la mayoría de casos, tampoco lo han hecho sus padres”, dijo Forti.
CHOQUE DE NARRATIVAS
Los defensores del dictador afirman que la vida era más asequible con Franco, en comparación con la actual crisis de la vivienda y del coste de la vida, que afecta desproporcionadamente a los jóvenes españoles. Sin embargo, todos los indicadores económicos han mejorado significativamente desde la muerte de Franco.
También citan las obras públicas de Franco, como presas, hospitales y viviendas, así como la contención de la expansión del comunismo o la preservación de la unidad de España, miembro de la Unión Europea.
Los historiadores afirman que el régimen de Franco ejecutó a decenas de miles de disidentes, gestionó una amplia red de prisiones y campos de trabajos forzados y torturó a detenidos. Se prohibieron los partidos políticos, los sindicatos y los movimientos separatistas regionales, y las mujeres necesitaban el permiso de sus maridos o padres para realizar trámites administrativos básicos.
La censura y la policía secreta impusieron la mezcla de nacionalismo español y ultracatolicismo de Franco. Millones de personas se exiliaron huyendo de la represión y el hambre.
¿QUÉ PASARÁ AHORA?
El Gobierno central se ha comprometido a disolver la Fundación Franco, una organización sin ánimo de lucro creada por simpatizantes del difunto dictador, pero se prevé que el proceso sea largo y acabe resolviéndose en los tribunales.
“Nos podrán extinguir o ilegalizar, pero las ideas jamás se extinguen. Fluyen con el tiempo, así que es una medida totalitaria que no nos lleva a ninguna parte”, dijo a Reuters el presidente de la fundación, Juan Chicharro.
Según Chicharro, el Gobierno de izquierdas recurre con frecuencia al “comodín Franco” para desviar la atención de otros problemas.
Emilio Silva, que dirige un grupo que hace campaña en favor de las víctimas del franquismo, dijo que Franco nunca había desaparecido realmente.
“El franquismo sigue vivo en España. Quedan cientos de vestigios franquistas. Todavía, Franco está enterrado en una tumba que yo pago con mis impuestos”,
Carmina Gustrán, historiadora al frente de los actos conmemorativos del Gobierno denominados “España: 50 años de libertad”, dijo a Reuters que se debe hacer frente a la desinformación y a las narrativas revisionistas con programas reforzados de educación y alfabetización digital.
España debe abandonar la idea de que enterrando el pasado nacerá una democracia sana, añadió.
“Una herida que no se cura, se infecta”, dijo.
(Información de Emma Pinedo, David Latona y Silvio Castellanos; información adicional de Jesús Calero y Susana Vera; edición de Aislinn Laing y Mark Heinrich; edición en español de Paula Villalba)










