De los telares a los portátiles, mujeres afganas pierden su sustento tras la prohibición de internet

KABUL, 23 sep (Reuters) -En una oscura casa utilizada como pequeño negocio en Afganistán, unas mujeres inclinadas sobre telas brillantes utilizan agujas para formar intrincados bordados. Pero su red de fibra óptica en Kandahar, su principal enlace con los compradores, se ha quedado a oscuras.

Responsables del Gobierno local confirmaron la prohibición de los servicios de fibra óptica en cinco provincias septentrionales: Balj, Kunduz, Badajshán, Tajar y Baglán. Los responsables dijeron que la prohibición es para prevenir “actividades inmorales”. Residentes de otras provincias, como Kandahar, Herat y Parván, han informado de interrupciones, aunque las autoridades no las han reconocido formalmente.

La pérdida de acceso a la red de fibra óptica ha dejado varados a miles de hogares, empresas y escuelas, que dependen de las costosas e irregulares conexiones de telefonía móvil.

La medida es el primer corte de internet a gran escala desde que el grupo islamista tomó el poder en 2021, aunque no afecta a todo el país.

Para Sabrinna Hayat, que dirige Hayat Handicrafts con nueve mujeres que se ganan el sustento cosiendo firaq partug, los largos vestidos bordados que suelen llevar las mujeres afganas, junto con otros artículos hechos a mano, el apagón ha triplicado los costes de internet.

Dice que su grupo solía recibir pedidos de Afganistán y del extranjero, pero que ahora debe activar repetidamente paquetes de internet móvil que cuestan tres veces más que la fibra, solo para seguir el ritmo de los clientes.

“Se ha impuesto una prohibición total al cable de fibra óptica. (…) Esta medida se ha tomado para impedir actividades inmorales y se desarrollará una solución alternativa dentro del país para satisfacer las necesidades”, dijo la semana pasada Haji Zaid, portavoz del gobernador de la provincia de Balj.

La oficina de medios de comunicación de la provincia de Kunduz emitió un comunicado similar. El Ministerio de Comunicaciones de Kabul no respondió inmediatamente a una solicitud de comentarios.

Al otro lado de la ciudad, una sastra que pidió ser identificada solo por su apellido, Dawrani, dijo que su taller, en el que emplea a viudas y mujeres necesitadas, ha sido destrozado, dado que las ventas y los pedidos dependen de la conectividad.

“Si ni siquiera puedo ganarme este pequeño trozo de pan, me veré obligada a abandonar este país”, afirmó.

AISLADAS DEL MUNDO

Internet ha sido un salvavidas para los estudiantes, especialmente para las chicas a las que se les ha prohibido el acceso a las escuelas secundarias y universidades, pero el cierre ha cortado incluso esa opción en el norte de Afganistán.

Dawrani dijo que sus hijas ya no podían asistir a sus clases de inglés en línea.

Los defensores de los derechos digitales afirman que el razonamiento de los talibanes tiene menos que ver con la moralidad que con el control.

Obaidullah Baheer, académico afincado en Kabul, afirmó que la prohibición se hacía eco de anteriores medidas talibanes que utilizaban la inmoralidad como justificación para imponer restricciones, incluso a la educación de las mujeres, y que iban seguidas de promesas de reforma que nunca se materializaron.

“Muestra una versión muy antimoderna de los talibanes. Parece que su lucha es contra la modernidad y que están encajando con los que antes los llamaban draconianos”.

Para algunas mujeres, el debate es distante.

“Gracias a este trabajo de sastrería, he conseguido llevar comida a la mesa. Sin internet, incluso eso puede desaparecer”, dijo Dawrani.

(1 $ = 67,57 afganis)

(Información de Mohammad Yunus Yawar en Kabul; información adicional y redacción de Ariba Shahid en Karachi; edición de Neil Fullick; editado en español por Irene Martínez)

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