Por Diego Oré
TEGUCIGALPA, 24 nov (Reuters) -Los hondureños acudirán a las urnas el domingo para votar en unas elecciones generales seguidas de cerca por la comunidad internacional en medio de un clima caldeado tras semanas de intensas acusaciones cruzadas por un posible fraude desde la oposición y el oficialismo, que buscará mantenerse en el poder hasta 2030.
La gran mayoría de encuestas le dan la posibilidad del triunfo a tres de los cinco contendientes: la candidata del partido oficialista de izquierda LIBRE, la exministra de Defensa Rixi Moncada; el exalcalde de Tegucigalpa, que postula por el conservador Partido Nacional, Nasry Asfura; y el presentador de televisión que corre por el centrista Partido Liberal, Salvador Nasralla.
La Organización de Estados Americanos (OEA) ha expresado públicamente su preocupación por el devenir del proceso electoral y Estados Unidos exhortó recientemente a las autoridades a respetar las leyes y advirtió que actuaría con “rapidez y firmeza” ante cualquier intento por desconocer los resultados. Por su parte, analistas temen que varios candidatos puedan adjudicarse el triunfo, ya que los sondeos colocan a los tres primeros en un empate técnico.
Como la ley hondureña no contempla una segunda vuelta electoral, el candidato que logre la mayoría simple gobernará el segundo país más poblado de Centroamérica entre 2026 y 2030. Además, los 6,5 millones de habilitados para votar elegirán diputados del Parlamento Centroamericano, miles de cargos locales y a los 128 miembros del Congreso unicameral, donde actualmente ningún grupo tiene amplia mayoría.
En semanas recientes, los ánimos se han calentado en la inestable Honduras.
La Fiscalía, afín al gobernante Libertad y Refundación (LIBRE), acusa a la oposición de planear un fraude el domingo, ya que los votos no los favorecerían. Los opositores Partido Nacional y Partido Liberal, que gobernaron el país ininterrumpidamente desde fines del siglo XIX hasta 2022, han negado las acusaciones y sostienen que desde las altas esferas del poder buscan alterar la voluntad popular.
A fines de octubre, el Ministerio Público abrió una investigación por audios en los que presuntamente un diputado y la representante ante el árbitro electoral CNE del Partido Nacional, Cossette López, hablan con un militar no identificado de planes para afectar al oficialismo en la votación. La presidenta Xiomara Castro denunció un intento de “golpe electoral” y Moncada menciona en cada mitin los supuestos audios que, según López y el diputado, fueron creados con inteligencia artificial.
“Somos un pueblo pacífico y tranquilo, pero si intentan tocarnos o cometer fraude, nos verán encendidos como el volcán más grande de la historia”, dijo Moncada durante un acto proselitista en el departamento nororiental Olancho, a mediados de noviembre.
La candidata oficialista, una abogada de 60 años, acusó a los partidos Nacional y Liberal de estar detrás del golpe de Estado contra el líder de LIBRE, Manuel Zelaya, en 2009 y de robarse las presidenciales de 2017, que le dieron la reelección a Juan Orlando Hernández (2014-2022), del Partido Nacional, hoy preso en Estados Unidos acusado de narcotráfico.
EEUU ATENTO
Para ahondar la crisis, a fines de octubre, las Fuerzas Armadas solicitaron al CNE que el día de las elecciones les entreguen copias de las actas del escrutinio, contraviniendo la legislación hondureña.
El 11 de noviembre, la OEA manifestó su “preocupación” por el proceso electoral, asegurando que es responsabilidad del Estado hondureño garantizar la autonomía, la continuidad y el libre ejercicio de las autoridades electorales.
Un día después, Estados Unidos subió el tono. “Nuestro gobierno sigue de cerca la situación y exhorta a todas las autoridades competentes, incluidas las electorales y las militares, a que respeten escrupulosamente las leyes y la Constitución de Honduras”, advirtió el subsecretario de Estado estadounidense, Christopher Landau, en X.
“Responderemos con rapidez y firmeza a cualquier atentado contra la integridad del proceso democrático en Honduras”, agregó.
Washington tiene una larga historia de intervenciones en Latinoamérica, desde ocupaciones directas hasta apoyo a golpes de Estado y financiamiento de conflictos. Aunque la última invasión estadounidense en la región se produjo en Panamá en 1989, el actual mandatario, Donald Trump, ha sopesado operaciones militares en Venezuela y México y analistas creen que quien resulte derrotado el domingo, clamará fraude.
“(Eso) puede provocar disturbios en las calles y para eso no está ayudando la institucionalidad que debería llamar a la certidumbre, a la cordura, a la prudencia”, opinó el analista político Henry Salinas.
Honduras, uno de los países más pobres de América Latina, aún enfrenta las secuelas del golpe de Estado en el que una alianza de militares, políticos y empresarios de derecha derrocó a Zelaya, esposo de la actual mandataria y presidente de LIBRE.
Ese golpe marcó profundamente la institucionalidad y a la ciudadanía hondureña, que votó masivamente por LIBRE en las presidenciales de 2021 para poner fin a más de un siglo de bipartidismo.
Moncada suele calificar a Nasralla y a Asfura de “títeres de la oligarquía”. Ellos la tildan de “comunista” y le reprochan su cercanía con Cuba y Venezuela, dos países sumidos en profundas crisis económicas y de derechos humanos. De hecho, Nasralla, quien participó en las presidenciales de 2013 y 2017, ha dicho que, de ganar el domingo, romperá relaciones con Venezuela.
La campaña se ha centrado en ataques entre los tres principales candidatos, sin planes concretos para resolver los grandes problemas que aquejan al país: narcotráfico, corrupción y la pobreza, que afecta a seis de cada 10 hondureños.
Tanto Asfura como Nasralla han dicho que podrían retomar las relaciones diplomáticas con Taiwán, rotas por el gobierno de Castro en marzo de 2023. El cambio representaría el mayor revés diplomático en la región para China desde 1990, cuando el gobierno nicaragüense de Violeta Chamorro restableció sus propias relaciones con Taipéi.
El portavoz de la embajada de China en Honduras aseguró en una declaración compartida en X la semana pasada que “en el mundo existe una sola China” y que Taiwán forma “parte inalienable” de su territorio. Además, pidió a los políticos hondureños que actúen “con prudencia” sobre la cuestión de Taiwán y que “no perjudiquen en ninguna forma la soberanía de China”.
(Reporte de Diego Oré en Ciudad de México y Laura García en Tegucigalpa; Reporte adicional de Ben Blanchard en Taipéi; Editado por Ana Isabel Martínez)











