La policía brasileña le disparó en su operación más letal. Su esposa busca limpiar su nombre ahora

Por Luciana Magalhaes y Pola Grzanka

RIO DE JANEIRO, 22 nov (Reuters) -El 28 de octubre, mientras Douglas da Silva dejaba una entrega de comida y se dirigía a su departamento en la zona norte de Río de Janeiro, sonaron disparos lejanos.

Cientos de miembros de las fuerzas policiales de élite de Río habían irrumpido en un complejo de favelas situado a un kilómetro y medio de distancia, persiguiendo a miembros de la banda Comando Vermelho. El tiroteo continuó por la noche en las colinas boscosas situadas por encima de su complejo de departamentos.

Silva, de 30 años, llegaba a casa en su Hyundai sedán blanco cuando los policías en motocicleta que vigilaban la zona le ordenaron que se detuviera.

Lo que ocurrió a continuación no está claro.

En su informe, los policías afirman que Silva se negó a detenerse cuando se le ordenó, se marchó y les disparó con un revólver, que luego entregó. La familia de Silva afirma que no tenía armas de fuego, ni antecedentes penales, ni motivos para resistirse a la policía.

Un video grabado por un transeúnte -verificado por Reuters- muestra a la policía gritando órdenes para que Silva saliera de su auto, que estaba parado contra un bordillo en la puerta principal de su complejo residencial.

La policía disparó a través de los cristales tintados del vehículo antes de que Silva abriera la puerta, saliera tambaleándose y se sentara en el suelo, con la mejilla derecha manando sangre.

“Dios mío, qué han hecho aquí. Dios mío”, gritó una mujer no identificada, con voz temblorosa. “Que alguien llame a una ambulancia”, dijo otra voz femenina.

Reuters verificó la ubicación de los videos utilizando señales de tráfico, mapas de carreteras, semáforos, postes de servicios públicos y fachadas de edificios, y confirmó la fecha con informes corroborantes.

La policía de Río se negó a comentar los detalles del incidente, pero la semana pasada dijo que abrió una investigación sobre el caso.

Tres semanas después del tiroteo, Silva sigue hospitalizado en estado estable, una de los cientos de víctimas de la redada policial del 28 de octubre que dejó 121 muertos, entre ellos cuatro policías, la más letal de la historia de Brasil.

El gobernador de Río, Claudio Castro, calificó la redada de “éxito” y afirmó que las únicas “víctimas” de la redada fueron los cuatro agentes asesinados y sus compañeros heridos. Las autoridades aseguran que cualquier otra persona muerta o gravemente herida en la redada era miembro de una banda.

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, calificó de “desastrosa” la operación de la policía del estado de Río y prometió impulsar una investigación independiente exigida por expertos en derechos humanos de Naciones Unidas.

LUCHANDO POR SU VIDA

La familia de Silva afirma que fue víctima inocente de un exceso de celo policial.

“Mi marido lucha ahora por su vida y nosotros por demostrar su inocencia”, declaró Carine Ferreira dos Santos, de 30 años, esposa de Silva y socia en su negocio de reparto de sándwiches y jugos.

Las versiones divergentes del tiroteo, presenciado por vecinos y familiares que grabaron parte del incidente y sus secuelas con teléfonos móviles, subrayan el reto que supone reconstruir lo que ocurrió aquel sangriento día en Río.

Un vecino, Hugo Silva, de 31 años, abogado penalista sin parentesco con la víctima, empezó a grabar desde la ventana de su vivienda tras oír los disparos.

Dijo que sólo oyó un calibre de arma de fuego, no disparos de revólver seguidos de fuertes ráfagas de fusil, como describieron los agentes en su informe del incidente, visto por Reuters.

“No hubo intercambio de disparos”, comentó. Reuters no pudo confirmar de forma independiente su versión.

De los 40 videos de testigos revisados por Reuters, dos decenas muestran a la policía registrando el auto blanco de Silva, con los cristales tintados subidos, algo que su abogado cita para argumentar que su cliente no pudo haber disparado a los agentes de policía.

Ninguno de los videos o testimonios revisados por Reuters incluye el revólver que la policía aseguró haberle quitado a Silva. Las grabaciones mostraron a la policía remolcando el vehículo. Los testigos dijeron que ningún investigador forense llegó al lugar de los hechos.

Casos como el de Silva no son infrecuentes en un país en el que una media de 17 personas mueren a manos de la policía cada día, unas cinco veces más que en Estados Unidos, según el Foro Brasileño de Seguridad Pública, un grupo de estudios.

Una revisión de Reuters de los nombres de los muertos por la policía en la redada del mes pasado reveló que ninguno de los 117 muertos estaba entre los 69 sospechosos nombrados por los fiscales en la denuncia que sirvió de base para la redada. Silva tampoco figuraba en la lista.

PADRE Y EMPRESARIO

Otro vecino que pidió permanecer en el anonimato describió a Silva como un empresario trabajador. Junto a su esposa habían ahorrado para trasladar a su familia de una favela cercana hace cinco años, buscando refugio en el complejo de departamentos de la violencia en la carretera.

“Mi marido no tiene nada que ver con la operación. Trabajamos muy duro para vivir en un condominio fuera de esa comunidad”, dijo Santos.

Asegura que ha luchado en los últimos días para cuidar de sus hijos de cinco y nueve años mientras intentaba reunir pruebas para establecer la inocencia y el carácter de su marido, incluyendo documentación de su empresa y testimonios de clientes.

Santos presentó una denuncia policial contra los agentes que dispararon contra su marido -a la que tuvo acceso Reuters- por lesiones con arma de fuego y acusaciones falsas.

Gil Santiago, abogado de Santos y su marido, acusó a la policía de manipular la escena del crimen y colocar un arma para incriminar a Silva.

“La policía debería haberle rescatado y preservado la zona para el análisis forense”, señaló.

Preguntado por las acusaciones de la familia de Silva, un portavoz de la policía dijo que los detectives y una oficina de supervisión están investigando el caso.

Santos dijo que no sabe cómo explicar a sus hijos lo que ocurrió.

Recuerda que su hijo de cinco años le preguntó: “Mamá, ¿por qué dispararon a mi padre? Sólo tenían que pedirle que parara”.

“No estamos seguros en ningún sitio”, afirmó.

(Editado en español por Carlos Serrano)

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