EL CAIRO/GAZA, 12 nov (Reuters) -Mohamed Wael Helles, de 14 años, lleva casi dos meses esperando a ser operado de una grave lesión medular causada por un ataque aéreo israelí y es uno de los miles de gazatíes que esperan tratamiento urgente en el maltrecho sistema sanitario de Gaza.
Helles era un estudiante aventajado con aspiraciones a convertirse en médico cuando resultó herido unas semanas antes del alto el fuego que puso fin a dos años de guerra. El ataque, en el que murió el conductor de su vehículo, le desgarró la médula espinal y le fracturó tres vértebras.
“Aún soy joven, estoy al principio de la vida”, dijo desde la cama de un hospital, en Jan Yunis, tras recuperar la conciencia hace 50 días y descubrir que sufría una parálisis parcial.
La devastadora campaña militar de Israel en Gaza, desencadenada por los mortíferos ataques de Hamás del 7 de octubre de 2023, ha herido al menos a 170.000 gazatíes, según las autoridades sanitarias locales, y ha obligado a la mayoría de los gazatíes a vivir en campamentos de tiendas de campaña insalubres asolados por las enfermedades, lo que se suma a las tensiones que padece un sistema sanitario ya destrozado.
Más de un mes después de que Israel y el grupo miliciano palestino Hamás acordaran un alto el fuego, solo la mitad de los 36 hospitales del superpoblado territorio funcionan siquiera parcialmente, según la Organización Mundial de la Salud, y se ven lastrados por la escasez de personal, material, medicamentos y combustible.
LOS MÉDICOS TOMAN LAS DECISIONES “MÁS DIFÍCILES”
A pesar de la gravedad de la lesión de Helles y de que el Hospital Nasser, donde espera tratamiento, es el mayor del sur de Gaza, es posible que tenga que esperar más tiempo porque ahora atiende a una población mucho mayor que antes debido a la destrucción de otras instalaciones.
Mohamed Saqer, jefe de enfermería y portavoz del hospital, dijo que el personal trabajaba día y noche, pero solo podía operar a un máximo de 100 pacientes al día, una fracción de los que necesitan ayuda.
“Aunque necesiten operaciones urgentes, tenemos que posponerlas para dar prioridad a los casos más urgentes”, dijo Saqer sobre los pacientes en lista de espera.
“Esto ha hecho que muchos pacientes pierdan la vida.”
En el norte de Gaza, donde vive más de la mitad de la población y donde los daños de la guerra son mucho peores, la situación es aún más crítica, dijo Mohamed Abú Selmia, director del Hospital al-Shifa de la ciudad de Gaza.
Según Abu Selmia, solo en al-Shifa se han retrasado 40.000 intervenciones quirúrgicas, y describió las decisiones sobre qué vidas salvar primero —y qué intervenciones quirúrgicas deben retrasarse— como “la peor prueba y la más difícil a la que los médicos se ven sometidos”.
ALGUNAS MEJORAS DESDE EL ALTO EL FUEGO
Se han producido algunas mejoras desde que entró en vigor el alto el fuego el 10 de octubre, tras el que empezó a llegar más ayuda a Gaza. Antes de la tregua solo funcionaban 14 hospitales, frente a los 18 actuales; está llegando más combustible y suministros médicos, y la OMS ha puesto en marcha un programa de vacunación.
Mientras Israel afirma que ha permitido la entrada de los 600 camiones diarios de suministros que exige el acuerdo de tregua, el gobierno de Gaza, dirigido por Hamás, afirma que apenas han entrado 150 al día.
El ejército israelí no respondió de inmediato a una petición de comentarios sobre los daños sufridos por los hospitales y los retrasos en la entrada de equipos médicos y medicamentos necesarios.
Abú Selmia dijo que más del 60% de los medicamentos que necesita en al-Shifa no estaban disponibles y que no había máquinas de resonancia magnética ni mamógrafos en funcionamiento en Gaza.
La escasez de combustible reduce la cantidad de electricidad disponible, así como la disponibilidad de ambulancias. La escasez de personal también es un problema, ya que 1.700 médicos y enfermeras han muerto por los bombardeos y otros 350 permanecen detenidos en Israel, dijo.
“El sector sanitario sigue en un estado de colapso total”, declaró Abú Selmia a Reuters. “Algunos pacientes pierden la vida antes de tener la oportunidad de recibir tratamiento”.
(Información de Nidal al-Mughrabi en El Cairo y Haseeb Alwazeer en Jan Yunis; edición de Angus McDowall y Ros Russell; edición en español de Jorge Ollero Castela)










