Por Will Dunham
27 oct (Reuters) -La retirada de Rusia de Napoleón Bonaparte y la “Grande Armée” francesa en 1812 fue un cataclismo que marcó el principio del fin de su imperio y de su dominio personal en Europa, ya que perecieron unos 300.000 soldados de una fuerza que originalmente contaba con medio millón.
Un nuevo estudio con ADN extraído de los dientes de 13 soldados franceses que fueron enterrados en una fosa común en Vilna, capital de Lituania, a lo largo de la ruta de la retirada, está ofreciendo una comprensión más profunda de la miseria que padeció la “Grande Armée”, al detectar dos patógenos no documentados anteriormente en este suceso.
El descubrimiento de las bacterias que causan la fiebre paratifoidea y la fiebre recurrente transmitida por los piojos demostró, junto a trabajos anteriores, que varias infecciones habían circulado entre soldados ya debilitados por el frío, el hambre y el agotamiento.
El emplazamiento de Vilna, descubierto en 2001, contiene los restos de unos 2.000 a 3.000 soldados del ejército de Napoleón.
“Vilna fue un punto clave en la ruta de retirada de 1812. Muchos soldados llegaron exhaustos, hambrientos y enfermos. Un número considerable murió allí y fue enterrado rápidamente en fosas comunes”, explica el biólogo molecular y genetista Nicolás Rascovan, jefe de la unidad de paleogenómica microbiana del Instituto Pasteur de París y autor principal del estudio publicado en la revista Current Biology.
“Aunque durante mucho tiempo se ha hecho hincapié en el frío, la inanición y el tifus, nuestros resultados muestran que la fiebre paratifoidea y la fiebre recurrente transmitida por piojos también estaban presentes y podían haber contribuido al debilitamiento y la mortalidad”, añadió Rascovan.
La fiebre paratifoidea suele transmitirse por los alimentos o el agua y sus síntomas incluyen fiebre, dolor de cabeza, dolor abdominal, diarrea o estreñimiento, debilidad y a veces erupción cutánea. La forma de fiebre recurrente detectada la transmiten los piojos del cuerpo y causa episodios de fiebre alta recurrente, con dolor de cabeza, dolor muscular y debilidad.
En el estudio, cuatro de los 13 soldados dieron positivo a la bacteria de la fiebre paratifoidea y dos a la de la fiebre recurrente. Los síntomas de ambas dolencias coinciden con los descritos en los relatos históricos de la retirada.
Un estudio realizado en 2006 con ADN de otros 35 soldados del mismo cementerio detectó los patógenos causantes del tifus y la fiebre de las trincheras, enfermedades que provocan síntomas similares a los de la fiebre paratifoidea y la fiebre recurrente. El nuevo estudio no detectó tifus, ni fiebre de las trincheras.
Napoleón dirigió la “Grande Armée” en una invasión de Rusia en 1812 y marchó hacia Moscú, pero la campaña se desbarató y se vio obligado a retirarse debido a factores como la disminución de los suministros, los contraataques y la llegada del brutal invierno.
Los nuevos hallazgos añaden matices a la historia de la difícil situación de los soldados del emperador francés, apuntando a un escenario no de una única o un par de dolencias en circulación, sino más bien de una alta prevalencia de diversas enfermedades infecciosas. El estudio no cuantifica el impacto global de los patógenos recién identificados ni establece que estuvieran extendidos por todo el ejército, pero ayuda a explicar la complejidad médica de la retirada.
“El ADN antiguo nos permite poner nombre a infecciones que los relatos basados únicamente en los síntomas no pueden resolver. La coexistencia de patógenos con diferentes vías de transmisión pone de manifiesto lo terribles que eran las condiciones sanitarias”, afirma Rascovan. “Los trabajos futuros en más lugares e individuos afinarán la perspectiva de las enfermedades de 1812”.
El estudio ilustra cómo la ciencia del análisis del ADN antiguo, que mejora constantemente, puede aportar nuevos conocimientos sobre acontecimientos históricos.
“El ADN antiguo nos permite poner a prueba hipótesis históricas directamente, añadiendo pruebas que pueden confirmar o complicar las narrativas construidas a partir de crónicas y síntomas”, dijo Rascovan. “Con una autentificación cuidadosa, la genómica revela qué patógenos estaban presentes, cómo evolucionaron y persistieron y cómo se propagaron, ayudando a historiadores y científicos a reconstruir crisis complejas con mayor resolución”.
(Información de Will Dunham en Washington; edición de Daniel Wallis; editado en español por Benjamín Mejías Valencia)










