7 oct (Reuters) – El marco jurídico que rodea a la deuda soberana propiedad del sector privado ha demostrado ser en gran medida eficaz, especialmente para la deuda en bonos, pero sigue habiendo lagunas para los préstamos y la deuda garantizada y las reestructuraciones se han vuelto más largas y complejas, dijo el Fondo Monetario Internacional.
El documento publicado el martes, que el FMI actualiza cada cinco años, se basa en casos de reestructuración desde 2020 hasta mediados de 2025 y destaca las lecciones extraídas de ocho reestructuraciones en las que han participado acreedores privados y muestra una mezcla de éxitos y cuellos de botella en el proceso.
La deuda y el déficit públicos aumentaron significativamente tras la pandemia del COVID, y aunque los niveles de deuda se han estabilizado los riesgos persisten, según el Fondo. Los retrasos en las reestructuraciones son costosos para los Gobiernos que necesitan nueva financiación para sus empresas y sus ciudadanos, al tiempo que aumentan los riesgos de los acreedores.
“La reestructuración de los bonos internacionales se vio facilitada por la mejora de las cláusulas de acción colectiva, con unos índices de participación de los acreedores muy elevados y un único caso de holdout”, según el documento.
Sin embargo, Ghana, Sri Lanka, Zambia y Surinam aún no han resuelto sus negociaciones con los acreedores de los préstamos, y entre los problemas que se plantean figuran la falta de disposiciones de voto mayoritario en los contratos de préstamo y la fragmentación de los grupos de acreedores.
Los importes son pequeños, excepto en Zambia, pero según el documento el retraso ha dificultado las mejoras crediticias por parte de las agencias de calificación.
“La coordinación limitada entre los acreedores no vinculados significa que el deudor tiene que negociar bilateralmente con cada acreedor, lo que lleva mucho tiempo y es costoso para los países con menor capacidad”, afirma el FMI.
Uno de los retos recurrentes es el aumento de las obligaciones garantizadas, o deuda respaldada por un conjunto de activos. Los países han comprometido como garantía cualquier cosa, desde ingresos por recursos naturales, acciones de empresas estatales o incluso sus propios bonos.
El FMI señala este hecho como un obstáculo para el reparto equitativo de la carga en las reestructuraciones, ya que los acreedores garantizados pueden exigir mejores condiciones o resistirse totalmente a la reestructuración.
“La deuda garantizada ha demostrado ser una complicación”, dice el informe. “Estos desequilibrios pueden afectar al reparto de cargas, a la equidad entre acreedores y reducir las perspectivas de resolución”.
Es importante que aumente la coordinación entre acreedores oficiales y privados, según el Fondo, ya que sigue siendo un punto conflictivo en lo que respecta a la comparabilidad del tratamiento.
Una mayor transparencia de la deuda y una facilitación más activa del FMI podrían reducir los retrasos y eliminar el riesgo. “Hay margen para nuevas mejoras”, sostuvo el FMI.
(Reporte de Rodrigo Campos en Nueva York; Editado en español por Javier Leira)