El turismo de masas en España, en el punto de mira de los candidatos en un año electoral

Por Joan Faus

BARCELONA (Reuters) – Garabateados en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona, a lo largo del famoso bulevar de La Rambla de la ciudad, hay grafitis cargados de improperios que instan a los turistas a “irse a casa”.

En otro distrito, el mensaje es aún más rotundo: “El turismo mata los barrios”.

Los carteles, que aparecieron en los últimos días, subrayan cómo el sentimiento antiturismo está aumentando en la ciudad española más visitada por extranjeros, a medida que el número de llegadas vuelve a los niveles previos a la pandemia tras la pausa por los confinamientos.

La regulación del turismo masivo ha surgido como un tema político candente en toda España antes de las elecciones locales y regionales del domingo.

Varios candidatos, entre ellos la alcaldesa izquierdista de Barcelona que aspira a un tercer mandato, han prometido reducir la actividad turística, limitando las llegadas de cruceros o reconvirtiendo los hoteles en viviendas sociales.

“A nosotros nos gusta el turismo, nos gusta que nos visiten, pero la masificacion turística genera unos problemas de movilidad, especulación, desplazamiento de vecinos que pone en peligro la vida en la ciudad. Entonces, tenemos que regular”, dijo a Reuters la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau.

España fue el segundo país más visitado del mundo en 2019, después de Francia, según datos de Naciones Unidas, y el turismo representan el 12% de la economía.

Barcelona, la segunda ciudad más grande de España, con 1,6 millones de habitantes, recibió ese mismo año unos 30 millones de visitantes, incluidos los turistas de un día.

Cuando llegó la pandemia, muchos residentes dieron un suspiro de alivio ante las calles y playas repentinamente vacías.

Sus autoridades también aprovecharon la oportunidad para enfocarse en el turismo de mayor valor, promocionando la ciudad como un destino gastronómico de alto nivel, por ejemplo.

Este año, el número de turistas está una vez más cerca de los niveles previos a la pandemia, con un aumento del 41% en las llegadas de turistas internacionales a España en el primer trimestre con respecto al mismo período de 2022.

Los turistas que llegan antes para evitar unas temperaturas veraniegas cada vez más sofocantes —debido en parte al cambio climático— y las restricciones de agua impuestas en medio de una intensa sequía que afecta a Cataluña, también podrían ser factores que aumenten la frustración por el turismo masivo, dijo Gemma Canoves, profesora de geografía en la Universidad Autónoma de Barcelona.

Colau cree que los vecinos quieren ahora un modelo diferente.

“Bienvenido el turismo, pero tenemos que crecer en otros sectores estratégicos para la ciudad”, dijo, argumentando que las restricciones impuestas desde que asumió el cargo en 2015 han fortalecido y diversificado la economía de Barcelona hacia nuevos sectores como las empresas tecnológicas emergentes.

Con la idea de proteger los alquileres y la identidad local, Barcelona fue una de las primeras ciudades de Europa en prohibir nuevos hoteles en el centro y restringir los alquileres de habitaciones a corto plazo. También cerró alrededor de 8.000 apartamentos turísticos sin licencia.

En su campaña de reelección, Colau propone reducir a la mitad el número de pasajeros que llegan al puerto de cruceros de Barcelona y quitar licencias a apartamentos turísticos y comercios.

También se opone a la ampliación de su aeropuerto, alegando que Barcelona no puede absorber 20 millones de turistas más.

Xavier Trias, aspirante a alcalde de Junts, una formación independentista más favorable a los intereses empresariales que ahora está empatada con Colau y los socialistas en las encuestas de opinión, la acusa de asustar a los inversores.

“Tenemos que estar convencidos que el turismo es competitivo para una ciudad”, dijo Trias a Reuters, quien fue alcalde antes de Colau, argumentando que la oposición de la regidora a la actividad económica es ideológica. “Estar contra el turismo no tiene ningún sentido”.

Trias quiere promover el turismo familiar y de negocios y modificar el límite de apertura de hoteles para recuperar los proyectos de cinco estrellas que fueron cancelados, aunque concede que las restricciones tienen sentido en algunas áreas.

CALIDAD SOBRE CANTIDAD

El turismo también es un tema electoral central en las islas Baleares, donde un gobierno de coalición de izquierda limitó los cruceros y el alojamiento en los últimos años.

“Creemos que nuestra prioridad no es tanto la cantidad como la calidad. Planteamos un crecimiento cero en las plazas turísticas, hoteleras y de alquiler vacacional”, dijo esta semana la presidenta regional y candidata socialista Francina Armengol al diario Expansión.

También propone adquirir hoteles de una y dos estrellas “obsoletos” para cerrarlos o reconvertirlos en viviendas sociales.

Mientras Colau en Barcelona prevé menos cruceros, Málaga, en la región sur de Andalucía, alcanzó un récord este mes de llegadas en barco.

El alcalde conservador de Málaga sopesa un impuesto “solidario” a los apartamentos turísticos, mientras que el candidato izquierdista quiere gravar a los pasajeros de cruceros.

“Los problemas que se están viendo en Barcelona se van a ver en cada una de las provincias españolas en poco tiempo, porque si nadie pone reparo la situación va a seguir así”, advirtió Jorge Marichal, presidente de la asociación empresarial hotelera española CEHAT.

Se refirió a la proliferación desregulada de apartamentos turísticos en la última década, lo que, dijo, ha provocado un aumento del coste de la vivienda y una “pérdida de identidad de los centros de las ciudades”.

Sin embargo, incluso el enfoque de Barcelona de diversificar el turismo lejos de las áreas emblemáticas puede resultar contraproducente.

Este mes, un parque que se había convertido en una atracción popular para los turistas en un barrio menos próspero fue cercado y cerrado por la noche tras protestas por el hacinamiento y la basura.

“La gente del barrio ve que le han robado el lugar”, dijo el manifestante Fran Bernal. “El turismo no atrae riqueza, genera impacto negativo en el lugar. (…) Es una lacra”.

(Información de Joan Faus; editado en español por Benjamín Mejías Valencia)

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