Aumentan los argumentos en la Fed a favor de la paciencia frente a los costes salariales

Por Howard Schneider

WASHINGTON, 28 abr (Reuters) – A medida que la economía de Estados Unidos se recuperaba de la pandemia del COVID-19 en 2021 y las empresas se daban cuenta del poder de fijación de precios de la escasez de suministros y el afán de gasto de los consumidores, los beneficios empresariales se dispararon, reclamando la mayor proporción de la renta nacional en 60 años.

Los beneficios empresariales serán de más de 15,5 céntimos por dólar ese año y el siguiente, 2 céntimos más que la media de 13,5 céntimos de 2010 a 2019. Ese aumento está impulsando ahora el debate dentro de la Reserva Federal de EEUU sobre cuánto peso dar a los aumentos salariales en curso en su evaluación de la trayectoria de la inflación.

Algunos miembros de la Fed de Atlanta, que señalan que en los últimos dos años la mayor parte de los beneficios empresariales se produjo a expensas de los de la mano de obra, argumentan que los salarios podrían seguir aumentando sin provocar un aumento de los precios, ya que el lado de los beneficios corporativos tiene terreno para ceder a medida que la economía vuelve a una situación más normal.

Análisis de la Fed de Chicago argumentan que los salarios dicen más sobre lo que ocurrió con los precios en el pasado que sobre lo que ocurrirá en el futuro, mientras que los economistas de la Fed de San Luis han afirmado que, independientemente del ritmo de crecimiento salarial actual, una vez que se gaste el exceso de ahorro acumulado durante los años de la pandemia, tanto las tasas de inflación como de crecimiento salarial deberían disminuir.

“Hay que remontarse varias décadas atrás para ver una época en la que la participación de los beneficios empresariales en los precios haya sido tan alta como ahora”, declaró a Reuters a principios de este mes John Robertson, economista y asesor principal de política económica de la Fed de Atlanta. “Si los márgenes de beneficio volvieran a los niveles normales anterior al COVID, habría margen para que aumentara la participación de la mano de obra y aun así todo funcionaría” para que la inflación vuelva al objetivo del banco central de EEUU.

Los dirigentes de la Reserva Federal recibirán el viernes información actualizada sobre el índice de coste del empleo en EEUU, una estadística que, al publicarse sólo trimestralmente e incluir salarios y prestaciones, ofrece la mejor visión de cómo influyen en el coste de producción de bienes y servicios la baja tasa de desempleo actual y un entorno de contratación todavía difícil.

La Fed también recibirá datos actualizados sobre el índice de precios de los gastos de consumo personal, la medida que utiliza para fijar su objetivo de precios del 2%.

Los economistas esperan resultados dispares. En una encuesta reciente de Reuters, los economistas consultados dijeron que prevén que el índice de precios estadounidense, excluidos los de los alimentos y la energía, habrá bajado ligeramente en marzo, de una tasa anual del 4,6% al 4,5%, un progreso tibio que no obstante continúa una tendencia a la baja.

Sin embargo, se espera que los datos sobre el coste del empleo muestren un aumento del 1,1% en los tres primeros meses del año, más rápido que el aumento del 1% del trimestre anterior y equivalente a una tasa anual de aproximadamente el 4,47%. El índice nunca superó el 3% en la década anterior a la pandemia.

Se espera que la Reserva Federal aumente los tipos de interés otro cuarto de punto porcentual cuando se reúna la próxima semana, elevando su tipo de referencia a un rango entre el 5% y el 5,25%.

Pero los dirigentes monetarios estadounidenses también tendrán que indicar si están dispuestos a pausar o no nuevas subidas de tipos después de la próxima semana, una decisión que depende de si creen que la inflación se encuentra ahora en una senda descendente duradera.

Para algunos, la baja tasa de desempleo actual en EEUU, del 3,5%, unida al hecho de que la inflación se ha concentrado más en el sector servicios, con un gran peso en la contratación, es motivo de preocupación.

El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, que se ha centrado en particular en la persistencia de la inflación en el sector servicios fuera de la vivienda, dijo tras la reunión de marzo del Comité Federal de Mercado Abierto que el progreso en este ámbito “tendrá que venir a través de la suavización de la demanda y tal vez de una cierta suavización de las condiciones del mercado laboral”.

“Aún no vemos eso”, añadió.

Sin embargo, la forma de relacionar las métricas del mercado laboral con la inflación sigue siendo un tema candente. En particular, recientemente ha habido un rechazo a la idea de que los salarios cuenten toda la historia.

La proporción de cada dólar de producción destinada a los trabajadores de empresas no pertenecientes al sector financiero se situó en una media del 58,3% en 2022. Aunque esta cifra está por encima del nivel observado antes de la pandemia, la proporción destinada a la mano de obra había aumentado constantemente desde 2013 y alcanzó el 59,3% en 2019. Hasta la ola de globalización de la producción de principios de la década de 2000, superaba ampliamente el 60%.

“Lo que creo que estamos contemplando demasiado tiempo es el crecimiento de los salarios como un indicador de los precios”, dijo a la emisora a CNBC este mes el presidente de la Fed de Chicago, Austan Goolsbee, que basó su afirmación en un estudio reciente del personal de la Fed de Chicago. “Son un indicador rezagado (…). Cuando la gente se fija en lo que está ocurriendo con los salarios ahora, eso refleja más lo que ocurrió con los precios hace seis meses”.

El vicepresidente adjunto de la Fed de San Luis, Michael McCracken, dijo que considera que gran parte de lo que está ocurriendo con los salarios y los precios en la actualidad es el resultado del ahorro extra -que algunos economistas todavía estiman en cientos de miles de millones de dólares- que los hogares acumularon durante los meses de la pandemia, que todavía están gastando.

En su opinión, el aumento de los salarios es el resultado de esa demanda todavía fuerte, algo que debería aliviarse junto con las presiones sobre los precios una vez que se gaste el dinero acumulado.

Era un argumento que se oía con más frecuencia en los primeros días de la pandemia, pero McCracken dijo que cuando ve las multitudes en los aeropuertos o el aparcamiento perpetuamente abarrotado de su restaurante favorito “simplemente tiene demasiado sentido”.

“Quemamos esos ahorros sobrantes (…) y entonces estamos todos bien”, dijo McCracken. Un resultado que, en su opinión, podría obtenerse sin un aumento importante del desempleo.

(Reporte de Howard Schneider; edición de Dan Burns y Andrea Ricci; editado en español por Darío Fernández)

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